La Fórmula 1 y la Fórmula E representan dos caras del automovilismo de élite. Una, con décadas de historia, es la cima del desarrollo mecánico y la velocidad. La otra, joven e innovadora, quiere redefinir la movilidad del futuro con electricidad y sostenibilidad. En este artículo comparamos en profundidad sus diferencias clave y analizamos por qué, pese a sus contrastes, están destinadas a compartir camino en la próxima década.
Dos filosofías, una pasión
La Fórmula 1 nació en 1950 y es considerada la cumbre del automovilismo mundial. Combina ingeniería de vanguardia con tradición, espectáculo global y pilotos de élite. Por su parte, la Fórmula E arrancó en 2014, con una propuesta disruptiva: carreras urbanas 100% eléctricas que promueven la sostenibilidad.Mientras que la F1 busca maximizar el rendimiento a cualquier coste, la Fórmula E pone el foco en eficiencia energética, movilidad urbana y neutralidad de carbono.
Tecnología y motores: combustión vs electricidad
La diferencia más evidente está en la propulsión. La F1 utiliza motores híbridos V6 turboalimentados de 1.6 litros con sistemas eléctricos (MGU-H y MGU-K) integrados. Estos motores alcanzan los 1000 CV combinando potencia térmica y eléctrica.
La Fórmula E, en cambio, emplea monoplazas 100% eléctricos. En su actual generación Gen3, cada coche tiene tracción total (por primera vez), pesa solo 840 kg y puede desarrollar hasta 350 kW (unos 470 CV). Aunque la potencia es menor, el par instantáneo y la eficiencia los hacen muy competitivos, especialmente en trazados urbanos.
Circuitos: tradicionales vs urbanos
Los escenarios de ambas categorías también reflejan su filosofía:
Fórmula 1: compite en circuitos clásicos (Spa, Suzuka, Monza) y modernos (Yas Marina, Miami, Las Vegas). Son trazados largos y técnicos, con curvas de alta velocidad y zonas DRS que permiten adelantamientos espectaculares.
Fórmula E: se corre casi exclusivamente en circuitos urbanos como Berlín, Roma, Londres o São Paulo. Esto reduce la velocidad media, pero aumenta el número de curvas cerradas y maniobras de adelantamiento. Además, simboliza el mensaje de movilidad eléctrica directamente en el corazón de las ciudades.
Duración y formato de carrera
F1: las carreras duran entre 1h30 y 2h, con distancias de alrededor de 305 km. Hay entrenamientos libres, clasificación y la carrera principal, además de sprints en algunos fines de semana.
Fórmula E: en 2023 se adoptó el formato tradicional de duración fija: 45 minutos + 1 vuelta. El sistema incluye sesiones de práctica, clasificación por grupos y una super pole. También existen elementos únicos como el Attack Mode, que otorga potencia extra tras pasar por una zona determinada del circuito.
Sostenibilidad y huella ambiental
La Fórmula E fue concebida desde cero como una categoría carbono neutral, y desde 2020 es la única competición certificada como Net Zero desde su creación. Esto incluye el uso de baterías reutilizables, transporte optimizado, energía renovable y neumáticos reciclables.
La Fórmula 1, aunque históricamente alejada de estos valores, ha iniciado una transición. Su objetivo es ser neutra en carbono en 2030. Ha desarrollado combustibles sostenibles y ha mejorado la eficiencia logística y energética de los Grandes Premios.
Presupuesto y accesibilidad
La Fórmula 1 mueve miles de millones en ingresos, desarrollo y difusión. Incluso con el límite presupuestario impuesto en 2021 (actualmente de unos 135 millones de dólares por equipo), la F1 sigue siendo una de las competiciones más caras del mundo.
La Fórmula E opera con costes mucho más contenidos, favoreciendo la entrada de nuevos fabricantes (como Maserati, McLaren, Porsche o Nissan) sin comprometer su competitividad. Esta contención también permite a los equipos innovar en áreas clave, como software de gestión energética y propulsión eléctrica.
Pilotos: ¿diferente nivel?
Aunque la F1 reúne a los mejores pilotos del mundo, la Fórmula E también cuenta con un altísimo nivel de talento. Muchos de sus pilotos han pasado por la F1 o por categorías como el WEC y la F2. Nombres como Jean-Éric Vergne, Stoffel Vandoorne o Nyck de Vries (campeón de la FE y luego piloto de F1) demuestran que la brecha no es tan amplia como algunos creen.
Además, la exigencia técnica de la Fórmula E —gestión de energía, estrategia, precisión en calles estrechas— exige una gran habilidad, aunque diferente a la de la F1.
Audiencia y proyección mediática
La F1 ha experimentado un boom global gracias a series como Drive to Survive y el crecimiento en mercados como EE.UU., Oriente Medio y Asia. Es un producto global con carreras en cuatro continentes, millones de seguidores y derechos de TV millonarios.
La Fórmula E, por su parte, ha crecido progresivamente y tiene una audiencia más joven y urbana, interesada por la tecnología, el cambio climático y la movilidad eléctrica. Atrae patrocinadores como ABB, Julius Baer, Tag Heuer o Allianz.
¿Competencia o convergencia?
Muchos pensaban que la Fórmula E sería una amenaza directa para la F1, pero con el paso del tiempo ha quedado claro que ambas categorías pueden coexistir y, de hecho, colaborar.
La F1 sigue siendo la cúspide del rendimiento y el espectáculo técnico, mientras que la Fórmula E lidera la conversación sobre sostenibilidad e innovación eléctrica. En un futuro cercano, es probable que veamos sinergias más profundas: compartición de tecnologías, normativas comunes, y quizás, pilotos y marcas que compitan en ambos mundos.
Conclusión
La comparación entre Fórmula 1 y Fórmula E no debe hacerse en términos de superioridad, sino de propósito. La primera impulsa los límites de la velocidad y el rendimiento mecánico; la segunda, los de la eficiencia energética y la movilidad del mañana. Juntas, reflejan el presente y el futuro del automovilismo.Y en un mundo que evoluciona hacia la sostenibilidad, ambas tendrán un rol fundamental. La emoción está asegurada, con gasolina o con voltios.